jueves, 16 de agosto de 2007

Tiempos Dificiles(?)


Hace mucho tiempo, había creado un plan. Este consistía en hacer todo lo posible por eliminar la sociedad. Con mi socio, 'El Toro', pensamos una infinidad de métodos para lograr nuestro objetivo, guardándonos solo los mejores. Ahora, diez años después, es hora de disfrutar nuestro trabajo.
La noche anterior a proceder con mi despiadado plan, converse largamente con mi socio. Ambos sabíamos que lo más probable era que fallaríamos, pero que importaba, de igual manera moriríamos. Acordamos seguir sin importar lo que pasara, no seriamos felices si esta misión se fallaba.
A las seis en punto nos despertamos, en media hora el bus ya estaba cargado. Nos adentramos en las zonas mas recónditas del país, hasta encontrar un lugar rural apto para nuestro...experimento.
Nos detuvimos frente a un bello y extenso valle, el cual contenía una gran cantidad de casas toscas y precarias. El olor a felicidad se podía oler en cualquier parte, era un olor desconocido, un placer prohibido. 'El Toro' procedió a soltar las bestias, los guarenes más grandes y despiadados del mundo se desplomaron sobre la tierra. Eran hijos de la ciudad, animales con una profunda suciedad. Nosotros solo nos encargamos de potenciar su poder, ahora era su hora de gozar y comer. Los roedores descuartizaron a todo niño menor a seis años, incluso algunos adultos se vieron emboscados. A los sobrevivientes los sometimos a las siniestras torturas, cosas que aun para mi son demasiado obscuras. Clavos oxidados, sal y limón; un horno microondas, agua y licor. Más no es necesario decir.
Después de quince días de de siniestra purificación, la raza feliz por fin se extinguió. La suciedad y la perversión desde ese día gobernó. Después de todo, algo no puede ser malo si no hay nada mejor con que compararlo. Hay tantas maneras de solucionar los problemas... porque elegir las más difíciles y fomes? Al parecer, no hay razón... todo lo que queda es diversión.

Revolución Rosa



Eran tiempos difíciles, el régimen ya se había establecido y cualquier tipo de desorden podía culminar con la muerte. Sin embargo, había gente a la que esto no le importaba. Los rumores decían que estos seres se auto denominaban 'las sombras', un nombre bastante acertado, ya que nadie los había visto.
Se reunían bajo la ciudad, por las cañerías, donde recibían instrucciones de su comandante. Le decían 'el inspector' y era un ser bastante atemorizante. Su baja estatura contrastaba con su fuerte voz, y sus gruesos bigotes le daban un toque de autoridad. Entre sus tropas habían muchos criminales reconocidos, como 'azul el largo', o 'blanco el toro', seres despiadados que harían cualquier cosa por dinero. Sin embargo, para su ultima misión eligió a un nuevo integrante, el cual había causado asombro en el inspector por su gran frialdad y eficacia. Sin perder más tiempo, le encomendó la misión, el resto estaba en sus manos.
Ese día él caminaba por la ciudad, su ropa desteñida y sus lentes obscuros le hacían parecer no mas que un mendigo, si solo supiesen la verdad. Caminaba tranquilo, pues sabía que el plan había salido a la perfección. Hecho un vistaso hacia atrás para poder admirar los daños de su despiadada acción. El edificio principal se hundía en gigantescas llamas que desesperados bomberos luchaban por apagar. Las ambulancias iban y venían, los llantos se acoplaban y se hacia difícil escuchar. Era una lástima, pero así debía ser, los principios no se han de romper.
Al mirar a su derecha, advirtió que en los televisores de la multitienda de la esquina estaban dando las noticias, donde justamente relataban este increíble suceso. En el otro televisor estaban dando un nuevo capítulo de la pantera rosa. Una leve e irónica risa nació en su rostro.
"Lo que hace uno por dinero..." Se alejo lentamente del local. Bajo su largo abrigo se divisaba levemente una cola. Que raro, parecía ser rosa.