lunes, 30 de julio de 2007

Primera Parada


Era un minuto cualquiera de una hora cualquiera de un día cualquiera. Era un momento igual a todos los otros en la gran urbe, un momento de constante movimiento. Los pasos de la demás gente resonaban y coincidan de manera perfecta, como si fuesen soldados marchando hacia una guerra. Las caras eran todas iguales, la seriedad y la indiferencia fabricadas solo para no dar sospechas, la tristeza y la soledad implícitas en sus arrugas y ojos. Y yo me preguntaba porque esto no podía terminar, porque era que una persona no podía simplemente sentarse y descansar. Entonces vi algo que no veía desde que era un nene, un banco. La verdad no se porque seguiría ahí, ya nadie los usaba, no había tiempo para sentarse y descansar. Mi impulso le gano a mi mente, me salí de la uniforme fila y me senté en el banco... me había sentado en el banco. La risa brotó en mí como si fuese un niño de siete años, no podía contener la emoción de haber logrado salir de ese terrible estado. Sin embargo... no había salido como yo esperaba. La gente se mantenía indiferente a mi osadía, y seguía con la mirada fija en el gris y monótono horizonte. Era como si estuviese en la orilla de un río.. había logrado escapar a la fuerte corriente, pero ya no me podía regocijar en sus dulces aguas. Empecé a desesperarme, empecé a gritar. La gente seguía y seguía la fila, sus ojos no se detenían. El río me seducía a volver a sus aguas, me tentaba, me llamaba.
Me paré lentamente del banco, y lentamente me introduje en la fila. Miré hacia atrás y vi por última vez lo que había sido mi única liberación en toda mi vida. Sabía que no la volvería a ver, sabía que no la quería volver a ver. Quizás ahora su existencia tenía un sentido... seguramente tenía ese sentido.

viernes, 20 de julio de 2007

Un día



Mientras camino a mi casa por las miserables calles de mi ciudad, me doy un pequeño tiempo para pensar en mi mismo, algo que no hacía hace tiempo, hace bastante tiempo. El trabajo, la presión... mi vida paradojicamente no me da tiempo para vivir.
Estaba harto de mi vida, odiaba el gris uniforme, odiaba el nudo de la corbata apretando mi garganta, especialmente ese día, el último día. Entonces, comencé a pensar en lo que todos piensan en estas situaciones. ¿Existo yo en verdad? ¿Existen los demás? ¿No sera esto solo un desgraciado sueño, una maldita e infeliz pesadilla? Claro...yo ya sabía la triste respuesta...pero había algo que me molestaba... Recordé de manera borrosa mis estudios de filosofía, recordé el clásico Cogito Ergo Sum, el desgraciado "Pienso, luego existo". Esa infeliz frase es la causante de toda esta miseria, de toda esta basura. Si tan solo se hubiese pensado un poco mas, si se hubiese analizado el lenguaje, se hubiesen dado cuenta de la verdad. El pensar...el pensar, ¿como demonios uno piensa? Esta pregunta, es la causa del infierno actual. El creer que el ser humano es capaz de pensar de manera autónoma, que es capaz de pensar por si solo desde un principio, es el error mas grande de la humanidad. ¿Como explica uno la introspección, sin usar el lenguaje?¿Es posible dar características de algo sin tener los términos? ¿Como es que uno conoce ese lenguaje? Y ahí, de manera mágica e inesperada, aparece...la sociedad. La gloriosa creadora del lenguaje. ¿Como voy a existir solo yo, si el lenguaje no lo cree yo, y , por ende, alguien mas lo creó? La respuesta es obvia, el lenguaje antecede a la introspección, la sociedad es algo que siempre a existido y que por siempre va a existir, algo indispensable para mi vida...para nuestras vidas.
Seguí caminando por mi rutinario y gris camino, gocé de las atracciones principales, los seres sin destino. Empresarios millonarios que siguen trabajando por mas dinero, empleados flojos que se gastan todo en tragos y sexo. Esa era la asquerosa gente que me hacía sufrir, la desgraciada gente que me hacía existir. Y a uno le reclaman por ser nihilista...

miércoles, 11 de julio de 2007

El Vagón


El clima era detestable. El humo se esparcía de forma abundante por el vagón haciendo mis ojos lagrimar... el sonido era constante, sofocante. El olor, solo el hecho de sentir ese olor adentraba a cualquier persona en un estado profundo de depresión.
Fui presente de muchas muertes durante mi estadía en este "lugar", los síntomas eran siempre los mismos: los hombros se caían, el rostro palidecía, el alma, el espíritu, moría. El blanco invadía los ojos, para luego dar lugar a una profunda obscuridad.
Con el pasar del tiempo, estos seres aumentaban gradualmente, lo que se tornaba escalofriante. Lamentablemente, no había forma de deshacerse de ellos, por lo que había que acostumbrarse a su detestable presencia. Eran como espías inertes, que gozaban en silencio viendo todo a su alrededor, absorviendo todo con sus profundos y siniestros ojos, invitándolo a uno a estar junto a ellos, a dormir, a olvidarse de todo y morir.
La verdad no recuerdo cuando llegue aquí, ni en que lugar estoy. He tratado de responder mis preguntas, pero no he logrado una solución. He vagado por tiempos eternos por infinitos vagones buscando la clave, pero la monotonía es desesperante. En cada vagón hay gente distinta, es cierto, pero son todos iguales. Unos hablan solos en búlgaro, otros ríen por nada, otros solo miran el suelo, otros lloran. Sin embargo, todos son lo mismo, cada uno tiene al otro implícito, todos forman una sola identidad. Sus ojos no enfocan, sus almas vagan por un mundo inexistente, su cuerpo se desconecta de su mente, la que entra en un ciclo irreversible de turbación y corrupción.
Quizás nunca salga de aquí, nunca lo sabré. Solo se que mi estadía en este lugar a sido tanto eterna como instantánea. En todos estos años, minutos, horas he visto siempre lo mismo, y veré siempre lo mismo, he estado siempre en el mismo lugar, y siempre estaré en este lugar. Quien sabe si el tren en realidad se esta moviendo, quien sabe si en verdad hay mil vagones o si solo hay dos. La verdad, no me interesa.
Veo ese profundo hoyo negro, ese seductor pozo eterno. Sin pensarlo me adentro en él y me pierdo para siempre. Ahora puedo verlo todo, pero no me puedo mover. Que triste, que cómico. Quizás debí quedarme en casa y leer el periódico.

lunes, 2 de julio de 2007

Meditación


A veces veo una piedra y no puedo evitar pensar en lo magnifica que es. Todos creen que son insignificantes, irrelevantes, pero yo no lo creo así. Tengo muchas piedras en mi pieza, cada una igual a la otra. Todos los días dedico una o dos horas a admirarlas, y otras dos a hablar con ellas o pensar en voz alta. Se que piensan que estoy loco...pero no saben lo que se pierden. Su perfección es tan grande, reflejan un modelo de vida tan excitante.
Es cosa de imaginárselo...visualizarlo. Cada piedra es tan solo una pequeña unidad de una gran masa, la tierra. No pueden hablar, es cierto, pero pueden estar. Son seres inmortales, eternos, infinitos. Si se rompen, no importa, salen dos iguales, si se rompen esos, salen aun mas. Uno ya no es uno mismo, uno pasa a ser la unión, el órgano. Por eso mismo son tan especiales, no pueden morir pues son la tierra, la tierra nunca muere, la tierra es inmortal.
La gente no puede ver esto, prefiere la identidad. Prefieren ser únicos y especiales y morir así en vez de gozar de vitalidad. Cuando adquiera el poder verán a lo que me refiero, los haré mis esclavos y seré muy severo. Pero eso no les molestara, serán fanáticos y lo entenderán... serán inmortales, serán mis seres infernales. Estarán acá al lado mio, como mis pequeñas piedras están...no podrán agradecermelo, no, no podrán. Pero en el fondo de su alma, que agradecidos estarán. Ya lo verán...ya lo verán...