
Acababa de salir del pabellón. Le habían obligado a operarse, fue mucha presión. La ley era clara, las penas muy caras. Salió sabiendo que nunca volvería a ser igual, que todo por lo que lucho debía olvidar. En el pasillo estaba Miguel...ingenuo como siempre, esperándolo, con la esperanza de que ocurriera un milagro. Se acerco velozmente, le abrazo. Manuel, sin darse cuenta,con fuerza le empujó. Lo vio a los ojos, tembló. No le dijo nada, no era necesario, Miguel entendió que todo se había acabado.
En ese mismo instante, el doctor salía del pabellón. Llevaba cruz en mano, era obligación. Las enfermeras iban a su lado, rostro tapado, pelo tomado. Cada una tomo de un brazo a Miguel, había que hacerlo, había que ser un cristiano fiel. Miguel miró hacia atrás, vio a alguien que parecía ser Manuel. Pensó en su destino...pensó en su ser... y sin dudarlo, empezó a correr.
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