Hace cuarenta años yo trabajaba en un pequeño zoológico, por ahí cerca del cerro. Me gustaba mi trabajo...era simpático, entretenido. Me sabía los nombres de todos los animales, eran como mis amigos.
Mi trabajo la verdad era bastante simple, solo tenia que darle de comer a los animales y limpiar sus jaulas. Me sentaba la mayor parte del día en mi silla en mi cabina, y veía como la gente miraba a los animales. Había de todo: niños, abuelos, curas, abogados, nadie se podía resistir a la tentación de ver los animales. Eso si, nunca entendí como era que la gente no se aburría de ver siempre a los mismos animales, siempre las mismas caras en los mismos lugares. Los animales nunca cambiaron, siempre eran los mismos...sin embargo, cada vez mas gente venía y volvía... había algo que no sabia. Me cuestione a mi mismo...la idea del zoológico es ver animales extravagantes, extraños, siempre distintos, ¿que sentido tenía que viniera cada vez mas gente a ver los mismos animales de siempre? Quizás...quizás todo sea un engaño. Quizás los animales son los espectadores y nosotros la entretención, quizás solo somos unos bichos en constante observación. Ellos ven como cada día los mecanizados y arcaicos entes caminan lenta y previsiblemente para ir a ver y ser observados, ellos ven como siendo tan distintos son tan iguales. Desde ese día me avergoncé de ser humano, desde ese día empecé a ser animal. Corrí de pueblo en pueblo, perdiendo cada vez mas mi habilidad de hablar. Mis costumbres se perdieron, mis modales, murieron. La gente me veía como si fuese un loco, me empezaron a perseguir. Después de años de soledad, fui encontrado, arrestado, obligado a desistir.
Desde entonces vivo en un manicomio, encerrado en una jaula, como mis viejos amigos. De vez en cuando me vienen a ver, son esos entes pálidos con delantal blanco sin nada que hacer. Me miran como si fuese un espécimen en extinción, como si fuese un tigre o un león. Si tan solo supiesen la verdad...si tan solo pudiesen ver que en su zoológico no hay variedad.
1 comentario:
Me encantó tu cuento lalo, siempre para mejorar, nosotros, necesitamos hacer una autocrítica, o mirar hacia adentro y cuestionarnos: ¿Somos lo que queremos ser? El que finalmente da el veredicto no somos nosotros sino ellos, los demás, aquellos que según nosotros, no influyen en nuestro vivir, nuestro avance.
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