
Lo vi ahí en el jardín, admirando la naturaleza como siempre lo hacía. Su cuerpo parecía anclado al suelo mientras las nubes nadaban en un cielo iluminado. En este mundo los minutos se estiraban y comprimían de forma ambigua, a veces eran segundos, aveces días.
Nunca supe cuando fue que se sentó, menos para que lo hizo. Era como uno de esos arboles milenarios, esos seres que han visto como millones de seres vivos mueren mientras ellos siguen existiendo. Habiendo estado tan poco tiempo aquí había logrado vivir mucho más que cualquiera de nosotros.
Un día me decidí a ir a visitarlo. Estaba obscuro, las estrellas iluminaban vagamente el terreno, sin embargo divise instantáneamente a el sujeto. La poca luz que había caía sobre el ser de una forma singular, contrastaba con su ambiente, era como si la naturaleza misma se diese cuenta de lo único que era. Fundido en miedo y nerviosismo me encamine hacia mi objetivo. Con mucho sigilo me senté junto a él, sin siquiera atreverme a mirarle el rostro. Es como ese sentimiento que uno siente cuando es pequeño al ver a un cura, esa sensación de estar tan cerca de algo gigante e increíble, de poder divisar lo divino en persona.
Muy tímidamente intente comenzar la conversación.
-Buenos días...mi nombre es Julio...esta usted ocupado?
-Ah... la verdad no muchacho, la verdad solo estoy cansado.
-Tengo muchas cosas que preguntarle, si es que no le molesta. He escuchado que usted a vivido mucho tiempo, cientos de años, y que sabe mas que cualquier persona en el universo. Sin embargo, nisiquiera se su nombre...
-Mi nombre no es importante, muchacho. En este mundo la gente se ha olvidado de que el nombre no es lo que realmente importa, se ha olvidado de la esencia misma. He pasado mucho tiempo viendo el mundo, he estado en una infinidad de lugares. He luchado por ver el mundo como realmente es, sin embargo, no lo he logrado.
- ¿A que se refiere?
-No es fácil explicarlo. Cada lugar que veo esta contaminado, influenciado por la avaricia y la vanidad humana. Ya no quedan lugares puros, lugares libres de miseria y pobreza. Veo estos árboles, admiro este verde pasto, sin embargo se que pronto serán derrivados por el hacha humana. Mi estadía en este lugar es irrelevante, si estoy solo diez segundos o ochenta largos años las cosas seguirán igual. Ahh... que triste es la existencia.
- Pero yo lo miraba a usted como el símbolo de la felicidad. ¡Yo pensaba que usted era feliz!
-Como te dije muchacho, la gente se fija solo en la apariencia, en los hombres. Te he visto en muchas ocasiones, se que miras felicidad en mis ojos, se que me admiras. Debes saber que mis ojos solo reflejan lo que no pueden absorver, solo botan lo que mi cuerpo no puede entender, y eso es la felicidad. Este mundo esta acabado.
No podía creer lo que el hombre estaba diciendo. Mis sueños, mis ideales y mis metas se perdieron en un pozo sin fin de pesimismo y frustración. ¡No podía ser verdad lo que él me decía, tenía que ser mentira, tenía que serlo!
-Señor... se que esto quizás no tenga mucha relevancia para usted, pero... yo a usted lo valoro, lo valoro mucho.
-No valoras nada, sino el pesimismo y la resignación en persona.
-¡No es así! Usted es una persona sabía, usted sabe que algo se puede hacer, sino ya no estaría aquí.
En ese momento vi como su cabeza se inclinaba un poco hacía abajo. La obscuridad le tapaba el rostro, sin embargo, me pareció ver una lágrima reflejar la luz estelar. La gota cayó lentamente hasta destruirse en el suelo, era como mis sueños, que se habían colapsado de un instante a otro.
-Hijo, a veces lo mejor es no pensar. Yo he pasado años y años mirando la naturaleza, mas no pienso en lo que pasara con ella. He logrado insertarme en ella, ser parte de su gran mundo y unirme a su ser. He visto como el ciclo se renueva constantemente, las cosas pasan constantemente. Se que mi vida acabará en algún momento, pero eso no es relevante, pasaré a ser parte de este gran ciclo y quizás alguien más me este mirando ser parte de él en este momento. Porfavor hijo, déjame descansar. Yo ya hice lo mio, ya no quiero pensar.
Sin decir más entro en un estado de profundo descanso. Entendí que había que dejarlo descansar. Caminé lentamente a mi hogar. No estaba de animo para pensar.
Al otro día el hombre yacía muerto en el pasto, sin embargo, lucía una extensa sonrisa, y parecía haber muerto feliz. No lo entendía, de una profunda depresión había pasado a una increíble emoción, y de esta...a la muerte. Sin darme cuenta, mientras pensaba me senté en el pasto y mire descuidadamente el sol nacer.
Al despertarme de mi sueño me di cuenta que tenía una larga barba, y que el clima había cambiado. Los arboles se extendían por todo el terreno, es pasto había crecido considerablemente. Era de noche, y las estrellas iluminaban vagamente el cielo. Sentí un ruido a mis espaldas, era un muchacho.
- Buenos días, me llamo Juan. ¿Puedo molestarlo un momento?...